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Una joven de la Comunidad del Emmanuel en el Sínodo de los Obispos 2018

Martes 16 de octubre de 2018. Desfortunées Feupeussi, una joven de la Comunidad del Emmanuel de Camerún, intervino en el Sínodo de los obispos sobre los jóvenes, que tuvo lugar el pasado mes de octubre en Roma.  A continuación, presentamos el texto de su intervención, leído delante del Santo Padre,  a propósito de los jóvenes de África.

Santo Padre, honorables participantes:

En el marco de mi camino personal y de las misiones juveniles de evangelización llevadas a cabo con la Comunidad del Emmanuel en varias regiones de Camerún, aprendí varios aspectos concretos que me parecen bien para ayudar a los jóvenes a abrir su corazón y a caminar con Cristo.

Falsos modelos

La sociedad en la que vivo está fuertemente marcada por males tales como la corrupción, la delincuencia juvenil, la brujería, el matrimonio precoz, el favoritismo, la proliferación de nuevas religiones, los delitos sexuales…  Agreguen a eso el conformismo y la moda de “todo el mundo lo hace”; es muy difícil para nuestros jóvenes encontrar puntos de referencia auténticos.  Un buen número de estos jóvenes no saben ni siquiera que existe una verdadera alegría que no tiene nada que ver con las alegrías efímeras que nos proporciona la sociedad. Es en ese contexto que el joven puede escoger la alegría del Amor de Dios y ser un testigo de Cristo. Tener modelos, ser acompañado en la caridad y tener servicios o responsabilidades que le son confiados, son elementos concretos que pueden ayudar al joven a trazarse un camino en la sociedad.

El joven necesita ser acompañado

Los jóvenes sólo reproducen aquello que ven. Es entonces, importante que ellos tengan personas a su alrededor que vivan una fe auténtica. Al comienzo de mi camino con la Comunidad del Emmanuel, descubría el amor de Dios en los sacramentos, mi vida interior, pero sobre todo en el rostro de los hermanos de la comunidad, que transmitían un “sabor” especial en torno a ellos.  Ver su compromiso, sus grandes deseos, su radicalidad en las cosas de la vida en el Señor, fue para mí el motor de un deseo profundo de abandonarme en el Amor de Dios y de ser testimonio de Cristo.

El acompañamiento personal, que he vivido en una verdadera libertad, es un gran apoyo para avanzar poco a poco, con grandes deseos hacia la santidad. El hecho de tener personas que nos siguen en la caridad, sin juicios ni acusaciones, nos  permite tener plena confianza en estas personas y tener ganas de ir cada vez más lejos con el Señor.  La paciencia del acompañador que nos ayuda a dar pequeños pasos de conversión, uno después del otro, hace ver que Dios está lleno de amor para los hombres.

El camino a la santidad implica acción

El joven se realiza cuando se pone en acción. Me impactan mucho los servicios que me ha propuesto mi comunidad, pero los asumo con el apoyo de los hermanos y la fuerza del Espíritu Santo, y cada vez descubro en mi talentos y carencias. Esto crea en mi un deseo de entregarme cada vez más. Proponer servicios, responsabilidades a los jóvenes, acompañándolos a la hora de ejecutarlas, les ayuda concretamente a avanzar hacia la santidad.

Los jóvenes que tienen en torno a si  personas que viven una fe auténtica, que reciben un seguimiento por personas que no los juzgan y no los critican, y que por otro lado les confían progresivamente responsabilidades que van de las más pequeñas a las más grandes, serán jóvenes que florecerán y tendrán un gran deseo de ir hasta el fondo de su vocación a la santidad en una de las vocaciones específicas escogidas.

Ver así la presencia de Dios en el camino que he recorrido siembra una esperanza profunda en mí. Pero, por otra parte, las situaciones alarmantes que nos rodean me cuestionan sobre como permanecer radical y fiel en mi elección de vida con Jesús, y sobre todo cómo hacer un mundo mejor para los demás, y ser un a poyo para los demás jóvenes.

Les agradezco mucho.

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