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Las maisonnées son reuniones de grupos pequeños de hermanos, en el hogar de alguno de ellos, para alabar, orar, compartir la Palabra y  el testimonio de vida y del amor de Dios.  Normalmente se realizan semanal o quincenalmente.

 

 

 

“En la Comunidad de Emmanuel, la maisonnée es el primer lugar de la vida comunitaria. Es el lugar de apoyo fraterno donde nos ayudamos a vivir fielmente los compromisos de la Comunidad que son la adoración, la compasión y la evangelización” (Manual de Usos y Costumbres de la Comunidad del Emmanuel).

Caminar juntos

En el seno de una comunidad numerosa como la nuestra, las maisonnées  (palabra de origen francés que alude a la casa, a la familia) son las células básicas que nos permiten caminar juntos apoyándonos les unos a los otros.
La maisonnée es el espacio por excelencia para la vivencia de la vida fraterna. Allí experimentamos de manera particular el amor  de los “hermanos y hermanas”,  que aprendemos a recibir como un don de Dios: es una experiencia fuerte repetida cada año y que no deja de sorprendernos. No es siempre fácil, pero es una gracia que nos es concedida y que nos hace entrar en una aventura espiritual, y no simplemente humana: todos podemos dar testimonio de las maravillas que el Espíritu Santo realiza en el seno de nuestras maisonnées a través del acto de fe que hacemos al acoger a los hermanos.

Compartir la Palabra

Después de la alabanza que nos reúne a cada encuentro, se lleva a cabo lo que se llama “compartir la palabra”, es decir compartir la manera en que Dios nos habla, particularmente a través de su Palabra y la manera de ponerla en práctica.
Este tiempo de compartir la Palabra es el centro de nuestras reuniones de maisonnée. Para “compartir la Palabra” debemos escuchar a Dios que nos habla, eso nos obliga a una verdadera vida de oración, porque ¿Cómo escuchar, si no nos callamos?.

La oración de los hermanos

Vivimos también esta solidaridad fraterna a través de lo que nosotros llamamos “oración de los hermanos”: cuando tenemos dificultad en vivir nuestra llamada, o por aspectos muy concretos de nuestra vida, podemos pedir a nuestros hermanos que oren enseguida por nosotros, arrodillándonos en medio de ellos y expresando nuestra petición al Señor; somos testigos del sorprendente poder de la oración de nuestros hermanos y en particular a través de los carismas que ejercen por nosotros: “Ahí donde hay dos o tres reunidos en mi nombre yo estoy en medio de ellos”.

Esta vida de maisonnée nos hace crecer en la sencillez, no siempre es fácil desvelarse delante de los hermanos. Es un verdadero camino de humildad que nos enseña a “recibirnos como hermanos” y descubrir la riqueza de esta sencillez fraterna: ¡Qué hermoso regalo!