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El 7 de abril de 1994, Cyprien y Daphrose Rugamba fueron asesinados con 6 de sus hijos en su casa de Kigali,   después de una noche de adoración eucarística. Una locura genocida iniciaba su ola destructiva en  Ruanda. Fundadores de la Comunidad del Emmanuel en este país, cercanos a los pobres, Cyprien y Daphrose se opusieron a las divisiones étnicas y escogieron permanecer en su Ruanda, dando testimonio de una fe luminosa. Su causa de beatificación fue abierta en septiembre de 2015.

Su historia

Cyprien era un intelectual reconocido que hacía una brillante carrera en la administración pública. Especialista en la cultura de su país y artista célebre (compositor, cantante, coreógrafo) produjo una abundante obra que hoy día hace parte del patrimonio del país. Criado en una cultura cristiana, había perdido la fe durante su época estudiantil.

En 1965 se casó con Daphrose, una joven mujer para quien la oración tenía un importante lugar en su vida. Ellos conocieron durante 17 años una vida matrimonial muy difícil, al punto que llegaron  a separarse durante algunos meses. Cyprien hizo sufrir mucho a su esposa, especialmente  por su  infidelidad. Daphrose, sin perder la esperanza, no cesaba de orar por su esposo.

La conversión de Cyprien

En 1982 Cyprian  sufrío de forma inexplicable y repentina una enfermedad extraña y poco conocida que lo hizo débil y humilde.  Comprendió que era el fruto de la oración de su esposa y se convirtió de forma radical, en cada uno de los aspectos de su vida, especialmente en el de su vida de pareja.

Cyprien pidió perdón a su esposa. El amor, ya desaparecido, fue renovado, resucitado. Cyprien y Daphrose se convirtieron en una pareja extremadamente unida, complementaria y sobre todo  ejemplar: el cambio fue de tal magnitud que muchas personas fueron especialmente tocadas. Quienes los conocieron señalan su disponibilidad, su atención y la delicadeza por cada persona, desde la más importante hasta la más humilde. Hasta entonces arrogante e inaccesible, Cyprien  se convirtió en un hombre sencillo y acogedor, abierto a todos y dispuesto a recibir a los demás.

Cyprien y Daprhose tenían la habitud de confiar todo al Señor  y de maravillarse por todo lo que El daba. “El Señor es maravilloso”, repetía sin cesar Cyprien, quien buscaba siempre ver el lado bueno de las cosas, por difíciles que fueran.  Esto le permitía avanzar.

Su encuentro con El Emmanuel

En 1989 durante un viaje a Francia, Cyprien y Daphrose descubrieron Paray-le.Monial y la Comunidad del Emmanuel. Este encuentro fue un choque para ellos. A su regreso formaron con dos personas más, una de ellas voluntaria Fidesco, una pequeña maisonnée en el espíritu del Emmanuel. Confortados por la palabra recibida durante su oración: “¡Ten valor y firmeza, no te desanimes ni tengas miedo!  (…) ¡Así que manos a la obra, que el Señor está contigo!” (1 Cro 22, 13 y16) con el consentimiento de la Comunidad del Emmanuel, organizaron el primer fin de semana comunitario en septiembre de 1990.

Cyprien y Daprhose dedicaron todas sus energías a construir la Comunidad.  Juntos profundizaron en las gracias del Emmanuel que ellos ya vivían: adoración, compasión y evangelización. Se dieron enteramente a la misión y eso permitió a la Comunidad crecer rápidamente. Su deseo de santidad era comunicativo; eran muy exigentes y especialmente atentos a la vida fraterna.

Eventos trágicos

Esta comunión fraterna era muy importante en la medida que el país atravesaba un período particularmente difícil de tensiones étnicas vivas y graves entre los Tutsis y los Hutus. La Comunidad era uno de los raros lugares que reunía a miembros de diferentes etnias en una fraternidad vivida en torno a Cristo. Cyprien  no hacía diferencias entre los ruandeses e insistía en la fraternidad:  “Solo tenemos un partido: el de Jesús”.

Con influencias en el mundo político, Cyprien intentó en vano  disipar los llamados a muerte difundidos por la radio, y a hacer desaparecer la mención de las etnias en los documentos de identidad del país. Su compromiso por la paz hizo que Cyprien y de Daphrose fueran incluidos en el primer renglón de una lista de personas a hacer desaparecer.   El 7 de abril de 1994 en la mañana, primer día del genocidio, fueron asesinados junto con seis de sus diez hijos, mientras oraban delante del Santísimo Sacramento.

Donde el pecado abunda, sobreabunda la gracia.

Los miembros de la Comunidad del Emmanuel fueron luego dispersados y muchos de ellos  asesinados.  Otros huyeron a los países vecinos. Pero, a donde quiera que fueran, aún viviendo las condiciones más difíciles, ellos buscaban vivir y compartir todo lo que habían descubierto gracias a Cyprien y Daphrose.  Cuando  Cyprien estudiaba la posibilidad de entrar o no a la Comunidad, él había escuchado dos veces una voz que le decía: “haré por ti una obra de redención”.

En medio de la tragedia la vida fraterna se mantenía en la vida de la  Comunidad. Esto, en tanto que los sufrimientos experimentados –asesinatos en las familias, en las ciudades entre personas que se conocían y vivían juntas-  podían hacer creer que la cohabitación no era posible, fue un signo de esperanza muy fuerte y concreto.   Desde entonces la  Comunidad del Emmanuel no ha dejado de crecer y sigue viviendo el impulso que le dio Cyprien y Daphrose, y continúa actuando por la sanación de aquellas profundas heridas.

Autor: Redacción, Francia

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