Sínodo de Jóvenes de la Comunidad del Emmanuel en América Latina

En la ciudad de Bogotá, Colombia, del 14 al 18 de enero de 2022  tuvo lugar un importante encuentro de responsables de jóvenes de América Latina, pertenecientes a la Comunidad del Emmanuel, a manera de culmen del camino sinodal, iniciado a fines de 2020.

Por: Paula Andrea Pallares

El encuentro cierra el  proceso  de conocimiento de la realidad juvenil latinoamericana, para luego  proponer  un nuevo camino que responda a sus necesidades dentro de los próximos 10 años.

Con este propósito, en el año 2021 se realizaron entrevistas a psicólogos, educadores, sacerdotes, responsables de jóvenes, entre otros; para comprender desde su punto de vista, las dificultades a las que se enfrentan los jóvenes, así como sus sueños e intereses. También se realizaron sínodos locales a cargo de los responsables de jóvenes de cada país, con el propósito de identificar qué aspectos dificultan y facilitan el camino de fe de los jóvenes, y también para proponer medidas concretas que respondan a las necesidades y desafíos del futuro.

Escuchar al Espíritu Santo

Pero queríamos atender también,  además, al llamado del papa Francisco a abrirnos a la escucha del Espíritu Santo: “Aquel que nos guía hacia donde Dios quiere, y no hacia donde nos llevarían nuestras ideas y nuestros gustos personales.

Y eso fue lo que buscaba el encuentro de Bogotá.  Allí se reunieron los responsables de jóvenes de Brasil, Chile, Colombia, Nicaragua y Perú, acompañados del moderador de la Comunidad del Emmanuel, Michel Bernard, de su esposa Catherine Bernard, del padre Janez Rus, responsable internacional de la juventud en la Comunidad, de varias hermanas consagradas y de algunos sacerdotes de la comunidad.

Durante estos días vivimos con mucha alegría y entusiasmo la alabanza, la eucaristía y la adoración, tuvimos momentos de convivencia fraterna, momentos de silencio, de lectura y de oración que nos permitieron estar atentos a la escucha del Espíritu Santo, jornadas intensas de trabajo en equipo para reunir la información de los sínodos realizados en cada país y priorizar las medidas propuestas. También recibimos una charla muy interesante sobre la prevención de los abusos sexuales en la iglesia,  ofrecida por el obispo auxiliar de Bogotá, Mons. Luis Manuel Alí Herrera, quien nos invitó  a hacer de la iglesia un hogar seguro, para lo cual debemos reconocer nuestros errores y aprender de ellos, afrontar el problema, asumir protocolos de prevención y atender a las víctimas. Sabiendo que esta problemática afecta también otras esferas de la sociedad, nos pidió trabajar mancomunadamente con la familia, la escuela y el mundo digital para generar entornos protectores.

Desde el primer día en la alabanza el Espíritu Santo fue claro en su llamado a la unidad, a escuchar la voz de Dios y a estar dispuestos a dejar todo para seguir a Jesús. Pero también nos invitó a que después de escuchar y discernir lo que el Señor nos pide, tengamos la valentía de actuar y realizar el trabajo que corresponde. La oración y la misión deben ir de la mano, luego de recibir tanto amor del Señor, debemos estar dispuestos a dar los frutos que Él espera de nosotros. ¡Avancemos! Pero no lo hagamos solos, “Nada sin los hermanos” repetía Michel Bernard.

Dificultades y valores

Mientras trabajábamos juntos, identificábamos que cada realidad local es diferente y que las propuestas se deben adaptar de acuerdo a cada país, sin embargo, al final encontramos la unidad en medio de la diversidad, ya que en su gran mayoría los problemas profundos que enfrentan los jóvenes que les impiden avanzar en la fe, tienen su raíz en heridas familiares no sanadas, carencia de formación humana, una sociedad que atenta constantemente contra la dignidad humana, políticas públicas deficientes y una visión equivocada de la iglesia, como una institución clerical, que no acoge a todos, que juzga y critica, que limita la libertad de las personas, que tiene una propuesta alejada de la realidad humana e imposible de alcanzar.

Pero no todo es negativo, también encontramos que dentro de la comunidad y la iglesia tenemos perlas preciosas que nos ayudan a avanzar en la fe, a formarnos y a crecer en santidad y dentro de ellas destacamos la acogida fraternal, el caminar juntos en la fe, las amistades verdaderas que tienen la libertad de confrontarnos cuando nos equivocamos. También vemos que la tecnología ha acercado a algunos hermanos que estaban lejos físicamente y ha hecho más posible el acceso a contenidos de fe muy valiosos. Se evidenció que durante la pandemia aumentaron las obras de servicio y amor lo que nos da una luz de esperanza en la humanidad.

Un impulso para la misión

Finalmente, puedo decir que después de casi dos años de pandemia, tiempo en el que estuvimos inundados de tantas malas noticias, en el que cerraron las iglesias y muchas de las actividades comunitarias se realizaron a través de una pantalla y parecía que la tristeza y la soledad iban creciendo y el fuego se iba debilitando en nuestros corazones,  tiempo  en el que  parecía que lo mejor era quedarnos en nuestro sofá cómodamente viendo Netflix o insertos en redes sociales y videojuegos para evadir la realidad,  estos días juntos como hermanos fueron una verdadera renovación en las gracias de la Comunidad del Emmanuel. El Espíritu Santo se ha derramado de nuevo en nuestros corazones y ha avivado este deseo de salir al encuentro en la misión evangelizadora.

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