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Sin visión la Iglesia  no arreglará nada: mensaje de Laurent Landete

Carta a los católicos que quieren tener esperanza. Mientras la Iglesia atraviesa una crisis profunda ligada a los escándalos de abuso sexual,  el periódico “La Croix” ha solicitado a algunas personalidades, proporcionar pistas para salir de la crisis. Laurent Landete, ex – moderador general de la Comunidad del Emmanuel nos da un mensaje.

Estamos profundamente afligidos por los escándalos de pedofilia. No obstante, tras el sentimiento de disgusto frente a esos crímenes innobles, ¿cómo actuar?.  He aquí tres perspectivas para avanzar.

En primer lugar, alegrémonos por la toma de conciencia general sobre la situación. Ese proceso es irreversible y somos responsables de lo que digamos o hagamos. Una regla absoluta se impone: jamás callarse y jamás hacer callar.

A continuación, reflexionemos para comprender las razones que engendraron ese monstruo silencioso.  Esta búsqueda de la verdad exige no estar sospechando de los sacerdotes por todo.  Tengamos cuidado de no seguir el ejemplo de quienes se aprovechan de la situación para beneficiarse o  apoyar  discursos ideológicos.

Hacia una eclesiología de comunión

Aún si es necesario hacer un análisis riguroso, es posible descubrir algunas de las causas de este  profundo mal.  El papa ha señalado una:  el clericalismo. Se trata de una manera pagana de ejercer la autoridad: abusiva, despectiva, y paradójicamente, maquillada de espiritualidad. Por otro lado  no puede ser posible que los sacerdotes continúen viviendo aislados.  Ha llegado el momento de abandonar esa manera de funcionar. La solución se encuentra en una vida cristiana auténtica y cercana a la realidad de las personas.  Cada uno, casado, soltero, consagrado, diácono, sacerdote u obispo,  debe estar sostenido y estimulado  cada día en su vocación por sus hermanos y  hermanas en Cristo.

Deseemos esta vida de comunidad simple y gozosa en todos los  niveles.  Encontremos la fuerza de una verdadera complementariedad en nuestras relaciones.  Es la de los estados de vida, de hombres y de mujeres, de condiciones sociales y generaciones diferentes. “¡Vean cómo se aman!” Ahí está la clave: una comunión misionera. Es el corazón del mensaje del Concilio Vaticano II. En este tiempo de  prueba, la espera de esta credibilidad eclesial es inmensa.

Visionar,  investigar, proyectar, crear

En fin, ¿qué visión a largo plazo tenemos ?.  Sin visión no  estaremos en tónica con el profetismo de nuestro bautismo y no arreglaremos nada. Peor, no atraeremos a nadie. No nos focalizaremos en el funcionamiento interno de la Iglesia.  Caeríamos en el riesgo tratar los problemas sólo de forma superficial.  El teólogo protestante Karl Barth decía: “Si la Iglesia no tiene más objetivo que su propio servicio, porta ya los estigmas de la muerte”.

Ciertamente, nuestro futuro integra plenamente la exigencia de nuevas relaciones entre sacerdotes y laicos. Pero no solamente eso.  No se trata sólo de tener una Iglesia “bien aseada”, con estructuras “flamantes y nuevas” que nuestra sociedad necesita, sino de una Iglesia que comprenda las encrucijadas misioneras de este período de mutación significativa, a escala universal.  Frente al individualismo y al vacío producidos  por el ultraliberalismo, estamos confrontados a escoger una nueva civilización.  ¿Vamos a colaborar proponiendo la integralidad del Evangelio, con un lenguaje comprensible  fuera de nuestras propios entornos?.  Debemos reconsiderar nuestros proyectos pastorales de manera global, cambiando nuestro modo de vida.

Los cristianos están invitados a ser investigadores inspirados y creativos abordando numerosas preguntas existenciales: económicas, sociales, espirituales, culturales, educativas, éticas, antropológicas, ecológicas, migratorias… Tengo certeza de que los actos realizados por esos sujetos innombrables suscitarán la fundación de nuevas comunidades irradiantes, atentas a las necesidades de los pobres de este tiempo, al igual que nuevas formas de vida profética.

No tener miedo

Que los pastores no teman ver emerger a estos constructores y tampoco teman acompañarlos solícitamente, observando con ellos el horizonte, más que los problemas que los desesperan. Será necesario además, crear lugares de reflexión y de pensamiento, donde los diferentes saberes podrán complementarse trabajando en sinergia.  La Iglesia debe reconquistar esta esperanza, de manera que se despliegue una “evangelización durable” al servicio de un “desarrollo durable” de la humanidad.  Sin embargo, una condición es necesaria: centrarnos en Cristo, muerto y resucitado. Sin nuestra fe, sin nuestra conversión, no podremos hacer nada. La eclesiología de comunión no es solamente social; ella procede de una contemplación de la comunión Trinitaria.

Allá donde el pecado abunda, la gracia sobreabunda.  Dejémonos sorprender por aquello que el Espíritu Santo nos está reservando. Avancemos humildemente, pero con entusiasmo: esta época espera una renovación, donde el laicado y el clero serán juntos protagonistas de primer orden.

Laurent Landete


Laurent Landete nació en Burdeos, Francia, en 1965.  Contrajo matrimonio en 1990 con Christel, con quien tuvo cinco hijos. Se vinculó un año más tarde en la Comunidad del Emmanuel, de la cual fue moderador general entre 2009 y 2018.

Consultor del Pontificio Consejo para los Laicos a partir de 2014, acaba de ser nombrado miembro del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.  Publicó en 2018 “Dios hace nuevas todas las cosas. Mirada de un laico sobre la misión actual de la Iglesia” (Ediciones del Emmanuel, 240 p.), un libro de entrevistas sobre los desafíos de la Iglesia con Henrik Lindell, periodista de “La Vie”.

Traducido de “La Croix”, Francia.  

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