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Crónica y testimonios de algunos jóvenes que asistieron al Foro de Jóvenes de Costa Rica y a la JMJ de Panamá 2019.

“Nos preguntamos: (…) ¿Qué nos mueve a encontrarnos? ¿Saben lo que es? La seguridad de saber que hemos sido amados con un amor entrañable que no queremos y no podemos callar, un amor que nos desafía a responder de la misma manera: con amor. Es el amor de Cristo que nos apremia (cf. 2 Co 5,14).” Papa Francisco, ceremonia de acogida y apertura JMJ Panamá, 24 de enero de 2019.

Mi nombre es Diana, soy franco-mexicana, voluntaria internacional para la ONG Fidesco en Bogotá, Colombia y ¡peregrina de la JMJ Panamá 2019!  Es una alegría para mí compartirles en estas líneas como el Señor tocó mi corazón en el Foro de Jóvenes de la Comunidad del Emmanuel (Costa-Rica) y durante las JMJ en Panamá.

El foro de Jóvenes

Miembros de la delegación de Nicaragua

Si bien había tenido la gracia de vivir dos JMJ previas (Madrid 2011, Cracovia 2016), no había tenido la oportunidad de experimentar un foro de Jóvenes de la Comunidad del Emmanuel antes de llegar a las Jornadas Mundiales de la Juventud. ¡Y vaya que valió la pena!

Más allá del hecho -impresionante de por sí- de que fuéramos 200 jóvenes americanos y europeos compartiendo juntos, lo que más me emocionó fueron los momentos diarios de alabanza que teníamos. La alegría y la fuerza del Espíritu Santo que se desprendía en cada canto era conmovedora. Recuerdo en particular una estrofa muy linda “Hoy se levanta nuestra luz, es la luz de nuestro Señor, la que romperá las fronteras, brillará en nuestro corazón”.

¡Cuán bello y cierto fue esto! Veníamos de lugares distintos pero Dios nos reunía y en Él podíamos recordar con fuerza que éramos hermanos más allá de nuestras diferencias.  Diferencias que además nos llamaban a orar unos por otros, como cuando los jóvenes de Nicaragua, con mucho orgullo y lágrimas en los ojos, nos presentaron una muestra cultural de su país, pidiéndonos al final de esta que oráramos por la paz en su tierra.

El tiempo que pasamos en Costa-Rica fue un bello preámbulo de lo que viviríamos en Panamá. La alabanza, la Eucaristía diaria, los tiempos de formación, la adoración, el alegre compartir de cada día, aunado a la cálida acogida de las familias ticas que nos recibieron en sus casas, nos hacían gustar ya las bondades de lo que experimentaríamos con más fuerza unos días mas tarde, después de 25 horas de viaje en bus, para llegar a tierras panameñas.

¡La JMJ ?!

Diana y Nadine, voluntarias Fidesco, en un mar de banderas

Algo que me entusiasma de manera particular en cada JMJ, es vivir la universalidad de la Iglesia, desde su perspectiva mundial y local.

En efecto, por una parte, nos sumergimos en un mar de banderas, provenientes de los cinco continentes que desfilaron ante nuestros ojos, escuchamos grupos musicales que venían de diferentes partes del mundo y lo más increíble, en cada Eucaristía, en cada celebración, le rezamos en distintos idiomas al mismo Dios, profesando una sola fe. Vivir las JMJ es ver el rostro joven de Cristo en los hermanos de Corea del Sur, pasando por los de Francia, dando la paz a los de Angola, saludando a los de Nueva Zelanda, compartiendo el almuerzo con los de Brasil y recibiendo con gran alegría las muestras de cariño de la Iglesia local que nos acoge.

Gran acogida.. inclusive de los no católicos

Joven panameño que despedía a los peregrinos con una pancarta: “¡Gracias peregrinos por hacer de Panamá un mejor país, tierra de convocatoria y sueños!”

Ahí resplandece la universalidad de nuestra fe católica en su perspectiva local, pues cada pueblo que recibe las JMJ, se esfuerza en dar lo mejor de sí a los peregrinos y el pueblo panameño fue particularmente generoso en abrirnos las puertas de su país, de sus parroquias, de sus hogares. Así fuesen de estrato social alto o muy modesto, los panameños se pusieron al servicio de todos los peregrinos con particular esmero y alegría. Una calidez que no se limitó a quienes profesan la fe católica, pues las comunidades judía y musulmana de Panamá se unieron a esta fiesta con numerosos gestos de servicio.

Fue para mí increíble saber que la principal sinagoga de la ciudad de Panamá acogió a 50 peregrinos polacos e igual de conmovedor ver a la comunidad musulmana en su mezquita y en otros lados de la ciudad, siendo punto de hidratación para los peregrinos, ¡distribuyendo botellas de agua gratis con una enorme sonrisa en el rostro! En definitiva, una bella lección de fraternidad. Siendo un país de tan solo 4 millones de habitantes, este pedacito de tierra centroamericana dejó encantado y sorprendido a más de uno, empezando por sus propios habitantes quienes nos expresaron innumerables veces lo felices que se sentían por haber conquistado el reto que supusieron las JMJ, con la ayuda de Dios. ¡La paz de Cristo permanezca con este generoso pueblo!

Palabras que animan a actuar

En la feria de las vocaciones con el Papa. Los envidiosos dirán que es una imagen de cartón…

Continuando con las innumerables sorpresas de las JMJ, he de compartirles el entusiasmo que experimenté, en particular durante el vía crucis, al escuchar la invitación del Papa a los jóvenes, no solo a orar, sino también a actuar y a no ser cómplices de tantas situaciones de injusticia que vemos a nuestro alrededor, en particular en América Latina. El Papa Francisco nos recordaba en esa noche que:

El camino de Jesús hacia el Calvario es un camino de sufrimiento y soledad que continúa en nuestros días. Él camina, padece en tantos rostros que sufren la indiferencia satisfecha y anestesiante de nuestra sociedad, sociedad que consume y se consume, que ignora y se ignora en el dolor de sus hermanos. También nosotros, tus amigos Señor, nos dejamos llevar por la apatía, la inmovilidad. No son pocas las veces que el conformismo nos ha ganado y paralizado. Ha sido difícil reconocerte en el hermano sufriente: hemos desviado la mirada, para no ver; nos hemos refugiado en el ruido, para no oír; nos tapamos la boca, para no gritar. (Papa Francisco, Via Crucis JMJ Panamá, 25 de enero de 2019)

Palabras fuertes que resonaron en cada corazón y en particular en cada peregrino de los países latinoamericanos que fueron nombrados en cada estación.

Las palabras del Papa son efectivamente otro de los tesoros que guardo de las JMJ. Francisco tiene esa capacidad y delicadeza del Padre que sabe como hablarle a sus hijos, como usar su lenguaje, sin pretender estar a la moda o sonar bien. Así simplemente nos recordó que la salvación que Dios nos ofrece “(…) no es una salvación colgada “en la nube” esperando ser descargada, ni una “aplicación” nueva a descubrir (…) . La salvación que Dios nos regala es una invitación a ser parte de una historia de amor que se entreteje con nuestras historias; que vive y quiere nacer entre nosotros para que demos fruto allí donde estemos, como estemos y con quien estemos”. (Papa Francisco, Vigilia, JMJ Panamá, 26 de enero de 2019).

Nos recordó también que somos el “Ahora de Dios” y no un “mientras tanto” o “el futuro” de la sociedad como nos suelen calificar y con la misma seria jovialidad que le caracteriza, pidió a los mayores que propiciaran espacios donde los jóvenes pudiéramos echar raíz, tener una formación y un cuidado que nos permitiera crecer y ponernos al servicio de los demás.

Silencio y meditación

Custodia frente a la cual oramos la noche de la Vigilia (ACI Prensa, 26.01.2019)

Estas reflexiones calaron hondo, pero no hubiesen resonado con tanta fuerza si no las hubiéramos meditado en silencio. De esos silencios que ponen la piel de gallina. El silencio de 700 000 jóvenes en oración contemplativa, teniendo un diálogo de corazón a corazón con Jesús Eucaristía, un silencio que nadie tuvo que pedir por micrófono, un silencio que ningún organizador, jefe de grupo, o tu amigo de al lado tuvo que solicitar. Un silencio tan dulce, tan fuerte, tan impresionante que hasta se podía escuchar en lo alto el motor del helicóptero que sobrevolaba el Metro Park, lugar de la vigilia, donde normalmente, fuera de las celebraciones, no se distinguían más que los gritos de algarabía.

Como estos, podría seguir compartiéndoles innumerables momentos en los que experimenté al Espíritu Santo soplando con fuerza. Sin embargo, muchas veces las palabras no alcanzan a describir la alegría, la intensidad, la paz que vivimos a lo largo de estas Jornadas Mundiales de la Juventud.

Por eso quisiera terminar este testimonio, primero, agradeciendo de corazón a todas las personas que hicieron posible que los peregrinos de Colombia viajáramos con la Comunidad del Emmanuel a las JMJ y segundo, pidiéndoles que oren por cada uno de los jóvenes y no tan jóvenes que vivimos estas Jornadas Mundiales de la Juventud, para que como María, nuestra Madre, mujer valiente, figura de este encuentro, nos atrevamos a decir Sí al plan de Dios, a acoger la vida como viene, con su fragilidad e imperfección, sabiendo que Cristo siempre nos acompaña y que:

“(…) allí donde nos encontremos, haciendo lo que estamos haciendo, siempre podremos levantar la mirada y decir: Señor, enséñame a amar como Tú nos has amado (…)” (Papa Francisco, ceremonia de acogida y apertura JMJ Panamá, 24 de enero de 2019).

Frutos: “Un maraviloso encuentro personal con Dios”

Delegación colombiana de la Comunidad del Emmanuel

El  foro de Jóvenes previo a la JMJ fue una experiencia que me acercó más a Dios. Para comenzar, fue impactante   ver a tantos jóvenes de diferentes partes del mundo alabar a Dios y entregarse a Dios…   Me gustaron además las enseñanzas que se impartieron. Por otra parte, fue trascendental para nosotros la dicha de poder albergar peregrinos, compartir con diferentes culturas y ver en todos ellos alegría y gratitud con las familias que los recibieron y acogieron.  Sin embargo, lo más hermoso fue ver esta Comunidad del Emmanuel, tan carismática, que recibía a tantos jóvenes de todo el mundo, como si fuésemos sus hermanos o amigos cercanos

Tuve además la dicha de participar en el retiro vocacional que se realizó en los días anteriores al Foro, en el cual pude discernir sobre mi vocación.  Me gustó poder tener  un encuentro con Dios, que tanto añoraba y necesitaba, a través de la oración, la eucaristía diaria y la adoración. Este encuentro personal nunca lo había experimentado.  ¡Y fue hermoso!.

Recomiendo a todos los jóvenes que se sienten llamados por Dios, pero que seguramente no se animan a seguirlo por miedo a lo que diga la gente, a que se animen y se den la oportunidad de tener ese encuentro personal, que no es con cualquiera, sino con quien nos dio la vida y murió por nosotros.

Están invitados desde ya a vivir la experiencia de Lisboa. ¡Anímense!, escuchemos la Voz de Dios y repitamos con María en el Evangelio: “Que se haga en mí según tu Palabra” (Lc 1, 38) Porque Dios tiene un plan perfecto para cada uno de nosotros.

José Luis Gómez Cabalceta, 20 años (San José, Costa Rica)

Frutos:  “Un encuentro personal  con Jesucristo que reavivó mi fe”

Participantes en el retiro vocacional previo a la JMJ (San José de Costa Rica)

Deseo comenzar explicando el contexto de mi situación. En el tiempo que llevo participando en mi parroquia, he tenido muchos problemas originados por mi vida académica. Estoy en una universidad, donde se privilegia el pensamiento científico, el cual ha generado muchas confrontaciones y duda,  tanto en mis compañeros, como en mí, porque no tenía clara  mi fe.  Llegué a hacer varias afirmaciones en contra de la Iglesia y de Dios mismo. Fueron momentos difíciles.

Sin embargo, al llegar al Foro en Costa Rica, donde compartimos muchas historias con más jóvenes, me sentí identificado con ellos. Me di cuenta que somos muchos los que pasamos por los mismos problemas y es algo común.  Pude entender que no estoy solo, que hay una comunidad muy grande de hermanos que vamos por el mismo objetivo, que es Jesús. Aprendí a fortalecer mi fe, poco a  poco. Ahora tengo más claras mis metas hacia el futuro, poniendo a Jesús en primer lugar.

Otro momento importante para mí fue la adoración, algo que verdaderamente disfruté y agradecí. Comprendí la maravilla del milagro de Dios, presente de forma real y viva en el S. Sacramento.   En Panamá, durante la vigilia con el S. Padre, pude experimentar una paz y un fuego en mi corazón que me llenaba; sentí que Dios quiere proponerme una misión, que es ayudar a los jóvenes de mi parroquia a  vivir lo que yo pude experimentar en la JMJ.  Además, hice varias promesas a Jesús, que estoy en camino de cumplir.

Johann González. 20 años. (Lima, Perú)

Mira los videos del Foro de Jóvenes y de la JMJ

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