El padre Jorge Gómez, peruano, nos cuenta su proceso vocacional, y cómo el fuego del amor de Dios lo condujo a entregarle su vida como sacerdote en la Comunidad del Emmanuel, pese a que aún la comunidad no había nacido en su país.  

Provengo de una familia muy católica, somos 4 hermanos hombres, yo soy el tercero. Mis padres siempre nos inculcaron el amor a Dios. Nací en Arequipa, al sur del Perú y estudié en el colegio San José, dirigido por los padres jesuitas. Desde muy niño sentí  mucho interés por las cosas de Dios, de manera que los padres jesuitas siempre me invitaron en varias ocasiones  a ingresar a su orden, pero decidí esperar.   Pasó el tiempo e ingresé a la Universidad Católica Santa María, a la facultad de Economía.  Allí me olvidé un poco de la religión, hacía mi vida como cualquier joven, entre los estudios, los amigos y las fiestas. Luego empecé a participar de un grupo de oración de jóvenes de la Renovación Carismática en la Iglesia de La Compañía, que estaba  a cargo de los padres jesuitas también.  Nos reuníamos cerca de 300 jóvenes todos los sábados de 3 a 5 de la tarde. Pasé a ser servidor del grupo y junto con los otros servidores, buscábamos algo más que el grupo de oración.

Buscaba algo más que un grupo de oración

Empezamos a reunirnos para orar; éramos doce jóvenes junto con el padre Franz Hulsen (alemán), quien en sus viajes, conoció la comunidad del Emmanuel en Paray Le Monial (Francia). Él nos compartió su experiencia y tuvimos el deseo de conocer la comunidad. En ese entonces (año de 1982) no existía la comunidad en Perú, por lo tanto, la única manera de poder conocerla era viajando a Francia, cosa que para nosotros era casi imposible por la distancia y el costo. Nos pusimos a orar y, un buen día, el padre Franz nos dijo que un hermano había financiado nuestros pasajes para poder ir a Francia. Fue una primera señal de lo que Dios quería para nosotros. En ese entonces yo estaba trabajando en el Banco del Sur del Perú y, por lo tanto, tenía que pedir permiso para poder viajar, lo cual era un poco difícil de obtener,  pero, yo me dije: “si es la voluntad de Dios, me lo darán”, y he aquí la segunda señal de Dios:  me dieron seis meses de licencia.

Viajamos 12 jóvenes peruanos y visitamos algunas parroquias en Alemania y luego Paray Le Monial. Allí participamos de un encuentro internacional y postulamos a la comunidad; era el año 1991. Algo que me llamó la atención de la comunidad fue la complementariedad de los estados de vida y como los sacerdotes compartían con las familias, los niños, etc. Eso hizo despertar en mí la inquietud de la vocación sacerdotal y me dije: “¿por qué no?”.

¿Y, por qué no?

De regreso al Perú, le pedí al Señor, en una Eucaristía, que me hablara claramente. Y así fue:  el Evangelio que se leyó ese día trataba del pasaje en el cual Jesús llama a los Apóstoles y les dice: “desde ahora serán pescadores de hombres”. Sentí que esa palabra fue directo a mi corazón y, desde ese momento, estaba claro mi llamado al sacerdocio.

P. Jorge el día de su ordenación sacerdotal.

Dejé mi trabajo, mi familia y pude hacer seis meses de discernimiento vocacional con la comunidad en Namur (Bélgica). Luego de eso, decidí empezar la formación, lo cual no fue muy fácil, pero a pesar de todos los combates y dificultades que se presentaban, mi vocación estaba firme.   Mi formación duró cerca de 10 años ya que tenía el deseo de ser sacerdote, pero en la comunidad del Emmanuel; y como la comunidad no era conocida en Perú, eso ocasionó algunas dificultades. Al final la voluntad de Dios se cumplió por la intercesión y la ayuda de nuestra madre la Virgen María, madre del Emmanuel y fui ordenado sacerdote diocesano miembro de la comunidad del Emmanuel, el 28 de junio del 2009 para la diócesis de Toulon, Francia, por Mons. Dominique Rey. Actualmente estoy sirviendo en la Parroquia La Virgen Medianera, confiada a la comunidad del Emmanuel en Lima, Perú. Termino diciendo que soy economista de profesión y sacerdote de vocación para la mayor gloria de Dios.