UNA VIDA DE EMPOBRECIMIENTO Y DE AMOR

Soy consagrada en el celibato en el seno de la Comunidad del Emmanuel y viví cuatro años en Salvador de Bahía, en la parroquia de Nuestra Señora de los Alagados, confiada a un sacerdote del Emmanuel. Para mí ese tiempo de misión profundizó las bases fundamentales de mi vocación y me permitió descubrir la verdad más profunda sobre mi ser.

Todos los días me encontraba con mis hermanos en la iglesia para iniciar el día con un momento de alabanza, seguido de una hora de adoración, antes de ir al trabajo, que en mi caso era de pedagoga en un proyecto social que acoge a 60 niños pobres.

Siempre me había considerado una persona pobre, pero con los niños con los que trabajé descubrí que era rica y demasiado apegada a las cosa.  Ellos me ayudaron a entrar en esta vida de empobrecimiento y con ello encontré un espacio interior para dejar al amor de Dios crecer en mí.  Cada persona que existe en el mundo es personalmente conocida y amada por Dios; por eso Él no es indiferente a lo que vivimos, a nuestras alegrías y dolores. Él se alegra y sufre con nosotros. Compartir eso con el Señor hizo cambiar mi manera de ver el mundo y a mí misma.

Hoy sé que la felicidad está en el pequeño servicio y en el pequeño aporte que puedo hacer cada día, buscando fuerzas en Aquel que todo lo puede. Hoy sé que en cualquier circunstancia es esencial comenzar el día diciendo:  “Jesús, yo confío en ti”.

María Martha Novaes dos Santos

Consagrada en el Celibato en el seno de la Comunidad del Emmanuel

Sao Paulo, Brasil

Tomado de: http://emanuelnobrasil.com.br/testemunhos