Martine Catta es cofundadora de la Comunidad del Emmanuel. Nos comparte su testimonio de aquella experiencia fundadora vivida el 13 de febrero de 1972, junto con Pierre Goursat.

Todo empezó por una efusión del Espiritu Santo (1)

Durante un fin de semana, donde nos reunimos con unas treinta personas, Pierre y yo pedimos la efusión del Espíritu. Recibimos una llamada a avanzar juntos. Nos conocíamos un poco, habíamos trabajado juntos en una escuela de oración. Pero en ese momento nos convertimos en hermano y hermana.
Recibimos una gracia de comunión fraterna excesivamente fuerte, mucho más profunda de lo que podemos expresar, y al mismo tiempo muy simple. Es difícil explicar eso con palabras. Esta comunión nos empujó hacia delante, y a mí a elegir. Con una alegría extraordinaria, sentíamos que el Señor nos llamaba a algo pero no sabíamos que.
Pierre creyó en esa gracia fraterna recibida en la efusión, dada como en Pentecostés y particularmente manifiesta en le Renovación carismática. Realmente creyó en ella y fue confirmado por la llegada de los primeros hermanos y hermanas que recibían esta misma gracia con la efusión del Espíritu. Pierre avanzó en la fe a esta gracia y guardó esa fe hasta el final. Eso fue esencial para la creación del Emmanuel.

La efusión del Espiritu, una gracia para la Comunidad de Emmanuel

Es evidente, ¿Quién puede unirnos con vínculos tan profundos? No hay nada humano que pueda ayudarnos a entrar en una comunión tan profunda, en una tal unidad. EL papa nos dijo que no es solo la solidaridad en el apostolado lo que debemos vivir, se trata de otra cosa: de una comunión fraterna (2).
Por eso Pierre insistía tanto para que sirviéramos juntos, orásemos juntos, alabásemos juntos, porque eso es lo que nos construye como cuerpo y da testimonio del Amor de Dios, del Amor que está en Dios, solo el Espíritu puede hacerlo.
Por esta razón, la efusión del Espíritu que recibimos hace 40 años y a partir de la cual se construyó la Comunidad, es fundadora de nuestra comunidad, y permanece siéndolo. La Comunidad no se creó para estar bien juntos pero, como el Amor del Señor, para juntos entregarnos, para dar testimonio al exterior y evangelizar…Como decía Pierre “el mundo va mal, y vamos a evangelizar en el mundo, vamos a trabajar juntos a la renovación de la Iglesia a través del don de nosotros mismos, juntos”.

Los carismas, fruto de la efusión del Espiritu

En el bautismo recibimos los carismas, puesto que somos la morada de Dios y que el Espiritu Santo mora en nosotros. Pero es verdad que recibimos a través de la efusión del Espíritu, a través de la cual recibimos de forma especial el Espíritu Santo, carismas particulares para darse para la salvación. EL Espíritu Santo que no es rácano, no es avaro, va a darnos los medios necesarios. Va a darnos los dones necesarios para el servicio y la evangelización. Va a darnos también los carismas necesarios para la evangelización y el servicio hacia los demás.

(1). A menudo olvidamos que le Espiritu Santo está presente en toda persona bautizada y confirmada. La experiencia de la “efusión del Espíritu” consiste, en abrir nuestro corazón, y nuestra vida al Espíritu Santo, para que él la guie et nos ayude a caminar tras Cristo.
(2) “Invito en particular a vuestra comunidad a vivir una autentica comunión entre sus miembros. Esta comunión que no es simple solidaridad humana entre miembros de una misma familia espiritual, se basa en vuestra relación con Cristo y en un compromiso común para servirle”.
Discurso de Benedicto XVI a los responsables de la Comunidad de Emmanuel, el 3 de febrero de 2011.